Columna
Pensar que es posible llevar a cabo un diálogo de paz como si no existiese una guerra que lo justificara es la raíz del principal cuestionamiento a los encuentro en La Habana. ¿Tienen sentido objeciones de esta naturaleza?
El médico le informa a su paciente que necesita someterse a una dolorosa operación, y el paciente responde que lo hará con una sola condición: que esté curado antes de operarse. Así de irracional –o de infantil, o de humano, simplemente– fue el (principal) argumento que le dio a Zuluaga los casi siete millones de votos con los cuales por poco derrota a Santos.
La mayoría de la gente no comprende y se indigna porque las Farc siguen secuestrando niños y matando policías mientras sus delegados hablan de paz en La Habana. Por eso Óscar Iván Zuluaga y Marta Lucía Ramírez suscribieron su famoso “Compromiso por Colombia”, donde exigían, para seguir negociando, que la guerrilla dejara de reclutar niños, de sembrar minas antipersonales, atacar la infraestructura, secuestrar, extorsionar, traficar con narcóticos y, en general, terminara con sus crímenes de guerra y sus ataques contra la población civil.
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Columnista de El Malpensante. Es también director de la revista digital www.razonpublica.com.
Agosto de 2014
Edición No.155
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