©Cortesía de Gary Soto
Descubrí a Gary Soto durante un taller de traducción en el que leímos “Oranges”, el poema más reconocido de este poeta chicano, sobre todo en los colegios de la Costa Oeste norteamericana. Las imágenes eran claras, las palabras cotidianas, ahí estaba la dificultad. “Drugstore”, “nickle”, “dime”, ¿cómo traducir estas expresiones locales? Cuando convertí “a smile / starting at the corners / of her mouth” en “una sonrisa / que se asomaba / en la comisura de sus labios”, el profesor eligió mi traducción como un ejemplo de “embellecimiento”, y eso enmendó el hecho de no haber traducido el título, porque la palabra en español me recordaba cierto eufemismo bogotano para decir que a uno ya no le queda nada.
El final del ejercicio nos reveló una valiosa razón de ser de la traducción literaria: “No tiene sentido traducir otra vez a Hemingway o a Poe, solo Cortázar o Borges tienen permiso de hacer eso. El valor está en darle vida, por primera vez, a un texto que ha estado enterrado bajo otro idioma”, nos dijo Mateo Cardona, nuestro profesor y presidente de la Asociación Colombiana de Traductores. Gary Soto, por su parte, no tenía ni una edición de su poesía traducida al español, la lengua de sus raíces. Entonces, empecé a seguirle los pasos.
Encontré más de setenta poemas publicados en la revista Poetry Foundation. Seguro ellos tenían sus datos de contacto. Pero no. Luego encontré la página de internet de su compañía Soto & Friends Booksellers. La pestaña de contacto me dirigió a una página con un par de números telefónicos y un texto que indicaba que Mr. Soto no tenía computador. Quien quisiera comunicarse con él debía hacerlo al estilo de la vieja escuela: llamando al fijo, usando el correo postal o enviando un fax. Lo imaginé en una oficina vacía, ante una resma de papel y con los codos sobre el escritorio mirando el teléfono fijo, esperando a que sonara.
No me atreví a confiar en el servicio postal colombiano. Decidí llamar, todos ...
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Literato de la Javeriana. Actualmente estudia el diplomado en escritura creativa del Instituto Caro y Cuervo. Hace parte del equipo editorial de El Malpensante.
Mayo de 2017
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