Ciencia y tecnología
Nuestro optimismo nos hace desear que las fuentes de energía verde puedan llegar a suplir la demanda mundial. Las proyecciones realistas dicen lo contrario. ¿Qué hacer para que la fuente más eficiente resulte también ambientalmente amigable?
© Mark Rykoff • Corbis
A lo largo de los últimos cuatro años he sugerido que los logros de China, tan comentados, resultan en realidad menos impresionantes, si no más complejos, al ser vistos de cerca. Sí, la mayoría de electrodomésticos del mundo son fabricados por industrias chinas; pero las marcas, los diseños y la mayor parte de las ganancias pertenecen a compañías fuera de ese país. Sí, el superávit comercial acumulado por China la ha convertido en acreedora de Estados Unidos y de gran parte del mundo; pero la enorme cuota de riqueza que ha invertido en economías de otros países amarra su suerte a la de ellos. Sí, el número de chinos muy ricos está aumentando; pero otros cientos de millones siguen viviendo en la pobreza. Sí, las fábricas chinas son líderes mundiales en producción de molinos de viento y páneles de energía solar; pero la situación ambiental del país sigue siendo tan funesta que no solo constituye una amenaza para la salud pública y la estabilidad política, sino también para su expansión económica.
Este informe mantendrá un tono distinto. He estado investigando sobre un área en la que el desarrollo chino es objetivamente positivo para el mundo entero, incluso para Estados Unidos. ¡Vaya sorpresa! El éxito chino en este campo supera ampliamente el enfoque norteamericano y también evidencia sus debilidades. El tema al que hago referencia es el esfuerzo conjunto para reducir las emisiones de gases causantes del efecto invernadero, cuyos principales productores son China y Estados Unidos, en el primer y el segundo lugar respectivamente, sumando entre los dos cerca del 40% de las emisiones totales del mundo. El desarrollo chino en esta área implica mucho más que “tecnología limpia”. Este esfuerzo, que tiene menor impacto mediático y suena mucho menos atractivo, podría determinar si China y Estados Unidos logran trabajar de la mano para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2), sin recurrir a tecnología limpia, sino a la más sucia entre las principales fuentes de energía actual: el carbón.
La m...
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Fue escritor de discursos para Jimmy Carter y durante 25 años ha sido corresponsal de la revista 'The Atlantic Monthly'.
Marzo de 2011
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