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Mientras los científicos gringos tratan de avanzar en investigaciones médicas revolucionarias, deben enfrentar la resistencia de grupos moralistas respaldados por el gobierno. La más reciente y peligrosa estratagema de la bioética conservadora es un concepto tan vago como contradictorio.
Ilustración de Januzs Kapusta • © Corbis
Esta primavera, el Consejo Presidencial sobre Bioética publicó un informe de 555 páginas titulado Dignidad humana y bioética. El Consejo, creado en 2001 por George W. Bush, es un grupo de expertos designado para asesorar al presidente y explorar asuntos políticos relacionados con la ética de las innovaciones biomédicas, incluyendo los fármacos para aumentar la cognición, la manipulación genética de animales o humanos, terapias que puedan prolongar la vida, las células madre embrionarias y la llamada “clonación terapéutica”, capaz de proveer reemplazos para órganos y tejidos celulares enfermos. Avances como éstos, traducidos en tratamientos libremente practicados, podrían hacer que millones de personas se sintiesen mejor y que nadie se sintiese peor. ¿Qué hay que pueda no gustar? Estos avances no aumentan las tradicionales preocupaciones de la bioética, que se enfoca sobre los daños potenciales y la coacción a pacientes en asuntos de investigación. Entonces, ¿cuáles son las preocupaciones éticas que requieren un consejo presidencial?
Muchas personas se sienten vagamente desconcertadas por los avances (reales o imaginarios) capaces de alterar mente y cuerpo de maneras novedosas. Los románticos y los verdes tienden a idealizar lo natural y demonizar la tecnología. Los tradicionalistas y conservadores, por temperamento, no se fían del cambio radical. A los igualitarios les preocupa una posible carrera armamentista en el mejoramiento humano. Y cualquiera es capaz de experimentar una reacción de asco al contemplar la manipulación sin precedentes de nuestra biología. El Consejo Presidencial se ha convertido en un foro para ventilar esta inquietud, y el concepto de “dignidad” en el encabezamiento para su difusión. El libro Dignidad humana y bioética es el resultado de un largo esfuerzo por parte del Consejo para ubicar la dignidad en el centro de la bioética. El sentimiento general es que, aunque una nueva tecnología fuese capaz de mejorar la vida y la salud y disminuir el sufrimiento y el desperdicio, podría ser rechazada, o hasta ilegalizada, si ofende la dignidad humana. Cualquier cosa que eso sea.
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Profesor de Psicología en Harvard y autor de The Stuff of Thought [La vida de las palabras].
Octubre de 2008
Edición No.91