Gabo Malpensante
Desde una pataleta infantil por haber perdido un cumpleaños enfretado al Nobel, desde el cuestionamiento a sus desaciertos políticos, y desde la íntima lectura de un traductor que intenta acortar la distancia entre Hungría y Macondo, tres lectores narran distintas formas de acercarse a Gabriel García Márquez.
En la Hungría de los años cincuenta y sesenta la lista de las lenguas extranjeras enseñadas en las escuelas era, para decirlo diplomáticamente, desproporcionada: el ruso era obligatorio para todos, en todos los niveles, sin dejar espacio suficiente al resto, o sea, a los idiomas “burgueses”, inglés, alemán, francés e italiano; el latín y el griego, huelga decir, quedaron desterrados por décadas, y sus profesores fueron reciclados para enseñar ruso. ¿Y el español? No había ninguna tradición de impartirlo en la enseñanza media: de hecho, salvo unas tentativas esporádicas, la cultura hispanohablante –en contraste con la alemana, la francesa y la italiana– nunca ejerció influencia mayor en tierras magiares.
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Especialista en literatura latinoamericana. Ha traducido al húngaro autores como García Márquez, Borges y Cortázar.
Mayo de 2014
Edición No.152
Publicado en la edición
No. 223Un obituario dedicado al editor y gestor cultural que impulsó, tras bastidores y durante varias décadas, los engranajes de la industria cultural en Colombia. [...]