Deportes
Uruguay entero –incluso su presidente– se ha estremecido ante la sanción de la Fifa por el mordisco de Luis Suárez. ¿Cuánto hay de nacionalismo en este tipo de reacciones de indignación unánime?
© Daniel Grizelj | Corbis
En Uruguay la lucidez está suspendida hasta nuevo aviso. Son tiempos difíciles para detenerse a pensar. La nación entera se siente agraviada, lastimada, humillada. El héroe de una patria en guerra fue desterrado por obra y gracia de un complot internacional. Casi todos creen que se trata de una maniobra para frenar a este país minúsculo pero bravío, que amenazaba con repetir la hazaña de 1950, con levantar la copa y frustrar una vez más los intereses de los poderosos.
La unanimidad que impera en el país tiene muy pocos precedentes. Un ex presidente de la nación, Julio María Sanguinetti, dijo una vez que en Uruguay “se habla en español, se come en italiano y se piensa en francés”. Es una alusión a la costumbre de discutirlo todo, a que haya posiciones a favor y en contra de cualquier cosa, desde lo intrascendente hasta lo sagrado. Sin embargo, en la saga de Suárez no hay dos opiniones. El asunto afecta, aparentemente, a la esencia del “ser uruguayo”. Cuando Suárez se lesionó la rodilla y hubo que operarlo, pocas semanas antes del Mundial, el capitán de la selección, Diego Lugano, dijo: “Cualquiera de nosotros hubiera dado su rodilla en lugar de la de él”. En Uruguay el fútbol es una cosa muy seria.
El contenido de esta sección está disponible solo para suscriptores
Es periodista de cultura del diario El Observador en Uruguay
Julio de 2014
Edición No.154
Publicado en la edición
No. 206El afamado compositor Gioachino Rossini abandonó la ópera para consagrarse a su mayor pasión: la gula. Su dedicación produjo varios nuevos platos y más de un dolor d [...]
Publicado en la edición
No. 205Su labor como gestora cultural y ministra hizo que su ficción fuera soslayada. En este inquietante relato, una mujer le canta la tabla a cierto representante del machismo regional. & [...]