Perfil
Un perfil de Aníbal Pérez, escrito de la mano de Guillermo E. Pérez, su hijo.
Aníbal pérez a los 31 años, en 1948, año en que escribió esta carta © Archivo Familiar
Hace más de sesenta años, enviada por mi padre a su padre, esta carta viajó desde Bogotá hasta Buenos Aires. Ahora la envío de vuelta a su país de origen, sabiendo que los hechos aquí narrados por un joven periodista argentino representan un capítulo fundamental de la historia colombiana.
El 9 de abril de 1948, Bogotá estaba llena de visitantes extranjeros. La ciudad era la sede de la ix Conferencia Panamericana convocada por Estados Unidos. La numerosa delegación gringa estaba presidida por el general George Marshall (el del famoso Plan Marshall), la argentina por el canciller de Perón, Juan Atilio Bramuglia, ex socialista, que por esos días había sido llamado a una audiencia privada con el joven cubano Fidel Castro. Es conocida la anécdota según la cual, después de largas conversaciones con Fidel, Bramuglia escribió sobre él en su cuaderno de notas: “Inteligente. Brillante. (¿Comunista?)”.
Entre los numerosos periodistas que cubrieron la Conferencia Panamericana estaba mi padre, Aníbal Pérez, quien había llegado a Colombia a finales de marzo, enviado por el diario oficialista Democracia, y regresaría a Argentina solo hasta principios de mayo del 48.
Varias crónicas firmadas por él, tanto sobre la Panamericana como sobre el Bogotazo, fueron publicadas en Democracia durante las semanas siguientes. Pero el testimonio más personal, más vivo, de los hechos que mi padre presenció en Colombia está consignado en esta carta.
Tenía 31 años al momento de escribirla. Era un joven apasionado, que estaba tan comprometido con el peronismo como con su trabajo de periodista. Vivía intensamente. Pocos años después, a los 42, moriría en un accidente automovilístico.
Esta carta es lo único que conservo de su correspondencia privada. La comparto con ustedes, con algunos pequeños ajustes formales pero prácticamente en su versión original, tal como mi padre se la envió a mi abuelo en 1948.
Todo el contenido fue mecanografiado, a vuela pluma, con la velocidad asombrosa con que escribía mi padre, según me consta. Est&aac...
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Abril de 2010
Edición No.107
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