Cine
Espuelas afiladas, cantinas ruidosas, bolas de heno recorriendo la desolación de los pueblos, forajidos y alguaciles... La estética y los escenarios son prácticamente los mismos: ¿qué diferencia entonces al género italiano del spaghetti western de su primo norteamericano?
Ilustración de Álvaro Tapia Hidalgo
“Es como jugar a los indios y los vaqueros”, le dice el tendero a un taciturno forastero, proveniente de San Miguel, a quien ha acogido en su rancho. Ambos ven, a la distancia, cómo unos bandidos, haciéndose pasar por militares norteamericanos, emboscan a una tropa mexicana y se apoderan de su oro.
El forastero es Clint Eastwood –un pistolero de gatillo fácil y pocas palabras–, San Miguel hace parte del universo de Por un puñado de dólares (Per un pugno di dollari, 1964), y la frase del tendero aplica sin dificultad a todo el spaghetti western: estamos ante un juego, ante una recreación ficticia, paródica y violenta de un género tan emblemático del cine norteamericano como lo fue el western. Pero en una extraña voltereta, esa parodia terminó generando todo un subgénero e influyendo en futuros realizadores que veían en su estética sucia y descuidada, en su música inconfundible y en sus brochazos de comedia gruesa una vanguardia digna, a su vez, de imitar.
El contenido de esta sección está disponible solo para suscriptores
No sobra incluir la excelente parodia animada de Rango, un camaleón renegado que reúne todos los estereotipos del género western, incluido un cameo de Eastwood como el Espíritu de la pradera.
Es editor de la revista Kinetoscopio y autor del libro "François Truffaut. Una vida hecha cine" (Panamericana Editorial, 2005).
Marzo de 2015
Edición No.161
Publicado en la edición
No. 219“La paloma”, una pegadiza habanera que lleva sonando más de 150 años, se toca en las bodas de Zanzíbar y en los entierros de Rumania. Ha sido interpretada hasta por un [...]