Artículo
Editor Mario Jursich Durán.
En cierto momento la chicha y después su enemiga la cerveza; en algunos contextos exaltados el aguardiente, en otros morigerados, casi pacatos, el chocolate y en fiestas de cocacolos más de un trago de whisky. Estas y otras bebidas han sido determinantes en la forma de socializar y en la configuración del ritmo de la vida bogotana. Sin embargo, ninguna otra como el café –y los establecimientos homónimos que surgieron en torno a él– ha definido la personalidad de Bogotá, dinamizado su vida cultural, transformado su paisaje urbano y marcado su historia en los últimos ciento cincuenta años.
En las mesas de cafés como El Windsor, el San Moritz, El Pasaje y El Automático se dieron cita los protagonistas de la vida en la capital. Poetas como León de Greiff, periodistas irreverentes como Emilia Pardo Umaña y líderes como Jorge Eliécer Gaitán hicieron parte de esa exuberante fauna urbana que convirtió a Bogotá en la ciudad que fue, y en la que es, desde aquellos refugios abiertos al público para sortear el frío, el silencio y el estatismo.
El impúdico brebaje retrata esa atmósfera desde los testimonios narrados y gráficos del pasado, y a través de las huellas aún vivas en el presente. Esta intención de rescate patrimonial se inscribe dentro del programa Bogotá en un Café, liderado por el IDPC, como parte del Plan de Revitalización del Centro Tradicional de Bogotá. Una iniciativa editorial para preservar la memoria urbana.
Dos piezas tomadas del libro fueron publicadas en nuestra edición No. 170:
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Diciembre 2015
Edición No.170