Leí en algún lugar que los griegos antiguos no escribían avisos fúnebres,
cuando alguien se moría apenas preguntaban:
¿tenía pasión?
cuando se muere alguien yo también quiero saber de la cualidad de su pasión:
si tenía pasión por las cosas comunes,
el agua,
la música,
por la habilidad de algunas palabras para moverse en el caos,
por el cuerpo a salvo de sus precipicios con destino a la gloria,
pasión por la pasión,
¿tenía?
y entonces me pregunto si yo mismo tengo pasión,
si puedo morir griegamente,
¿qué pasión?
los grandes animales salvajes se extinguen en la tierra,
los grandes poemas desaparecen en las grandes lenguas que desaparecen,
hombres y mujeres pierden su aura
en la usura,
en la política,
en el comercio,
en la industria,
dedos entrelazados, hay dedos que se inspiran en los objetos a la espera,
trémulos objetos que entran y salen
de los diez tan pocos dedos para tantos
objetos del mundo
y lo que existe así en el mundo que responda a la pregunta griega,
puede mantenerse la pasión con fruta comida todavía viva,
y hacer después con sal gruesa una canción curtida por las cicatrices,
palabra soplada a qué horno con qué aliento,
que alguien preguntara: ¿tenía pasión?
alejen de mí la pimienta negra, el jengibre,
el clavo de la India,
pongan muy duro la música y que yo baile,
fluido, interminable,
atrapado por toda la luz antigua y moderna,
los ciegos, los moderados, ah no, que al menos
me encontrara la pasión
y me perdiera en ella
la pasión griega.
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Su obra está reunida en el poemario "O el poema continuo".
Agosto 2019
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