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El antojo de pantalones saltacharcos hace que un hombre emprenda una búsqueda. El recorrido será corto, y sus herramientas, económicas: el coqueteo inofensivo y una ropavejera de confianza.
Ilustración de Tom Deason
Mi amigo debió decirle al taxista: ¡He’s a Peaky fucking Blinder!, luego de que el conductor le preguntara de qué equipo era yo. Pero mi amigo le dijo: Es del América. No puede ser, contestó el taxista –galaxia, TUV554–. No puede ser, repitió molesto, aún más confundido. ¿Por qué no puede ser?, preguntó mi amigo. Porque yo soy del América. ¿Y eso qué tiene que ver? Pues que la gente del América no se ve así, concluyó aquel hombre que se había metido en un hueco en su escala de valores. Mi amigo –árabe deconstruido– no había notado la homofobia que el taxista había tratado de disimular a último momento. De hecho, cuando me contó lo que había pasado luego de que me bajara del taxi, seguía pensando que el taxista en verdad le había preguntado por mi escuadra futbolística. No, parce, el man te estaba preguntando si yo era marica, le dije. Una pregunta que, efectivamente –y con esto le doy suavemente la derecha al taxista, y aprovecho y lo sobo–, podría justificarse por mi outfit. Era domingo, hacía culo de sol, y K –mi amigo– me había pedido que lo acompañara al Parque 93 de la Familia Blanca, en donde moderaría una charla entre la gran Carolina Sanín y otras dos panelistas. Así que, ya que hacía ese sol hermoso y K iba a atraer algunas miradas, pensé que podía pararme a su lado usando mis pantaloncitos peaky para robarme un poco el foco de atención. Me refiero a los pantalones que usan los gánsteres en la famosa serie de la BBC, transmitida por Netflix, Peaky Blinders, que en resumidas cuentas narra el ascenso de la familia Shelby en la pirámide del crimen de Gran Bretaña. Una conquista que tiene lugar entre 1919 y 1929 en plena época de vanguardias. Los Peaky Blinders existieron y se dice que eran brutales –deben su nomb...
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Ganador del Premio Nuevas Voces Emecé-Idartes con su novela "Nadie grita tu nombre" (2017). Hizo parte de la redacción de El Malpensante. Cursa una maestría en artes en la Universidad de los Andes.
Abril 2020
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