Breviario
Siga este dechado de buenas prácticas estéticas para hacerse a un buen nombre en su galería de confianza.
Un juez sentenció a un artista, y este se adjudicó la condena.
Un artista fue obligado por la Corte Suprema de Justicia a admitir públicamente la responsabilidad por su obra. El artista, entonces, presentó un nuevo proyecto ante el jurado.
Es sabido que en un sistema democrático la responsabilidad del artista acaba donde comienza la responsabilidad de otro artista.
De hecho, por más que haga pataleta, el artista no puede adjudicarse la responsabilidad por su obra. Bien lo explicó Fidel en el alegato de su autodefensa: La historia me absolverá.
Un niño de cinco años admitió ser coautor del Cuadrado negro. Me gusta el negro, aseguró el menor mientras era llevado a una comisaría de familia. Los otros colores me parecen cursis, aseguró.
Hablo en nombre de mi apoderado, respondió un artista luego de que el juez lo acusara de haberse apropiado de experiencias ajenas.
Después de encontrarse en Google, un artista puso en su taller un letrero que decía: No olvidés sonreír.
Mientras que otro artista escribió en Facebook: Yo es selfie.
Como muestra de buena fe, un colectivo de artistas se presentó a la Comisión de la Verdad y juró decir la verdad y nada más que la verdad. Entonces aceptaron la responsabilidad de su obra, el magnicidio de Dios, con la mano puesta encima de una biblia esterilizada con agua bendita.
Finalmente, para que nadie pudiera contradecir la verdad dejando otras verdades en el aire, el colectivo de artistas enterró un manifiesto apócrifo.
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Ganador del Premio Nuevas Voces Emecé-Idartes con su novela "Nadie grita tu nombre" (2017). Hizo parte de la redacción de El Malpensante. Cursa una maestría en artes en la Universidad de los Andes.
Noviembre 2020
Edición No.224
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