Murallas infinitas, vuelve Gotardo Reina

Una reseña de Murallas infinitas de Felipe Agudelo Tenorio

POR María Angélica Pumarejo

Diciembre 08 2021
reseña de Murallas infinitas, vuelve Gotardo Reina

Gotardo Reina es un personaje sin par en la literatura colombiana. Sacado de las calles, recorre Bogotá cumpliendo con su carácter de insomne, en el sentido que lo propuso Isaac Joseph en su libro El transeúnte: aquel que vive en estado de crispación permanente. Una crispación que, a lo largo de una historia clásica de novela negra, mantiene a Reina pegado a las señales de la ciudad, a los descubrimientos que ella le propone a cada paso, mientras también le ayuda a descifrar el enigma de las muchachas suicidas en el salto del Tequendama. 

Con Murallas infinitas, Felipe Agudelo Tenorio viene también a darnos una lección de buena literatura, de gran técnica narrativa –magistral en su género– y, además, de auténtica construcción de personajes, como ocurre con Gotardo, que no viene del mundo policíaco, que ha caído ahí por una desgracia personal, que de repente hace que su vida tome un rumbo definitivo: la búsqueda de mujeres desaparecidas. Ya en Búsqueda incesante, su entrega anterior, Agudelo nos narró esa desgracia, nos habló de la pérdida de su hermana menor, adolescente, que desaparece en un centro comercial. Desde entonces buscarla ha sido su propósito diario, no solo a ella sino a todas las mujeres que, presas de lo mismo, necesitan de su valor, de su inteligencia deductiva, de sus contactos y, sobre todo, de su voluntad a prueba de fuego.

Murallas infinitas provoca una simpatía por una manera de estar en el mundo donde la ética y el compromiso soportan en cada página la actuación de Gotardo, quien hace del lector su cómplice. Aquí encontramos una solución narrativa impecable. Agudelo Tenorio le ha hecho un guiño al lector y lo trae a las páginas para dejar a Gotardo en una especie de diván con un escucha permanente. Es el lector, como un ser omnisciente, el que sabe todo de Gotardo, de la historia, de las reacciones, de las relaciones del caso y entre el resto de los personajes. A él le confía todo. Desde ahí, entrar en la lectura de la novela implica un continuo ascenso de emociones y pensamientos. Gotardo gana, siempre gana, aunque en el camino pierda algo o a alguien, incluso a sí mismo. Al final nos topamos con un desenlace que se desenvuelve frente a nuestros ojos cuadro a cuadro, en el que también hemos triunfado. Hemos encontrado a las desaparecidas, las hemos salvado. 

Es una novela larga de capítulos cortos. El autor apostó por convertir cada uno de ellos en un motivo, en una clave, en un puente de la historia; a veces en solo una inspiración que nos cala, y así despliega no solo el entramado de la anécdota, sino también el del corazón de Gotardo Reina, que me parece el neurótico más sublimemente narrado hasta ahora por un colombiano. Gotardo es noche y día, luz y sombras, todo lo reconoce, no se tuerce, siente –estoico y libre– el amor y siente el dolor propio y el ajeno, un hombre sin ningún rasgo de misoginia, vegetariano, que se ha arrodillado ante sí mismo y depuesto todo ego. Es grande Gotardo, plenamente auténtico, no podemos escapar de él. 

 

Murallas infinitas

Felipe Agudelo Tenorio

Editorial Tusquets

2021


 

ACERCA DEL AUTOR


Escritora, columnista de opinión y editora. Es Magistra en literatura y a su pasión por la literatura sureña dedica la mayor parte de sus lecturas. Desde hace varios años ha sido comentarista y presentadora de libros.