Las situaciones (II): Antología de Spoon River de Edgar Lee Masters

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POR Patricio Pron

Enero 27 2021

 

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Al fin, la situación es esta: silenciosamente, en 1915, el poeta estadounidense Edgar Lee Masters publicó un pequeño volumen de poemas titulado Antología de Spoon River y fue celebrado casi de inmediato como un autor a la altura de William Carlos WilliamsWallace Stevens y T.S. EliotEzra Pound y Carl Sandburg lo elogiaron extensamente y la crítica lo comparó con los miembros del llamado «Grupo de Chicago» (Carl Sandburg y Sherwood Anderson entre otros) que había propiciado el renacimiento literario de esa ciudad tras la Primera Guerra Mundial. A Masters se le prometió un futuro absolutamente esplendoroso.

Y sin embargo, esa promesa se fue desdibujando a medida que el autor continuaba publicando libros; de hecho, los que siguieron a la Antología de Spoon River fueron ignorados por la crítica y el público, que esperaban otra obra maestra y se encontraron con poemas de factura inferior, quizá más propios del talento de su autor que el libro que lo había consagrado. Edgar Lee Masters había escrito una obra extraordinaria (lo que, naturalmente, es el sueño de todos los escritores) pero al hacerlo había descubierto el aspecto grotesco que tiene todo sueño cumplido.

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Masters había nacido en Garnett, Kansas, el 23 de agosto de 1869, pero había crecido en el estado de Illinois; sin haber cumplido aún siquiera los veinte años, había comenzado a publicar sus poemas, usando pseudónimos con el fin de mantenerlos al margen de su exitosa carrera como abogado. En 1898 había publicado el modestamente titulado A book of verses [Un libro de poemas], al que habían seguido textos teatrales, entre ellos Althea (1907) y The leaves of the tree [Las hojas del árbol] (1909), y dos libros de ensayos, The new star chamber and other essays [La habitación de la nueva estrella y otros ensayos] (1904) y The blood of the prophets [La sangre de los profetas] (1905). Acerca de ellos, y por una vez, los críticos iban a ponerse de acuerdo: las obras de teatro eran aburridas; los ensayos, prescindibles; el libro de poemas, una mala imitación de Alfred Lord Tennyson y de Shelley.

Nadie ha respondido nunca de forma satisfactoria a la pregunta de hasta cuándo debe intentarlo un escritor. Masters, que nunca se hizo esa pregunta, lo intentó una vez más en 1915 con la Antología de Spoon River y el éxito fue absoluto. A continuación, y tras ese éxito, publicó los poemas de The great valley [El gran valle] y una biografía iconoclasta de Abraham Lincoln a la que siguieron retratos de Walt Whitman (1937) y Mark Twain (1938), con los que la crítica no supo qué hacer. En 1924, cuando el crédito obtenido con la Antología de Spoon River había vuelto a agotarse y ya nadie recordaba las comparaciones con William Carlos Williams, Wallace Stevens y T.S. Eliot, Masters creyó entender que lo que tenía que hacer era repetirse a sí mismo y publicó The new Spoon River [El nuevo Spoon River], pero el libro (notablemente inferior al original) no hizo sino engrosar una obra que ya había concluido mucho tiempo atrás e incluso bastante antes de la muerte de su autor (en Filadelfia, en el año 1950): en 1937, Masters había publicado su autobiografía y a nadie le había sorprendido que su título fuera Across Spoon River [Cruzando Spoon River]. Por lo demás, resulta evidente que el poeta nunca había podido ir más allá de ese río.

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Aunque se habla a menudo del sueño de todo escritor de escribir un día una obra maestra, a menudo se olvida también que, de cumplirse realmente, ese sueño puede ser una pesadilla. Lo fue para Masters, quien, antes y después de escribir la Antología de Spoon River fue considerado un escritor poco talentoso, aunque muy trabajador. Que un autor así escribiese un libro tan bueno como la Antología hizo que se multiplicaran las hipótesis sobre cómo había podido hacerlo (el propio Masters intentó explicarlo en su ensayo The genesis of Spoon River [La génesis de Spoon River], sin lograrlo satisfactoriamente), la más singular de las cuales fue la del crítico Horace Gregory, para quien el libro fue escrito en una especie de trance similar al que William Butler Yeats describe en sus textos autobiográficos; según Gregory, al terminar su obra cumbre, Masters sufrió un colapso nervioso muy grave (al punto de que Harriet Monroe, la fundadora de la revista Poetry, debió ocuparse de todo lo relacionado con su publicación), lo que para el crítico sería una prueba de que el poeta habría estado sometido a unas fuerzas ajenas a su raciocinio y a su voluntad, que serían las que le habrían dictado el libro.

Quizá no importe. La Antología de Spoon River reúne más de doscientos poemas que adquieren la forma de epitafios de un cementerio ubicado en lo alto de la colina de un pueblo imaginario del Medio Oeste norteamericano; sus fuentes de inspiración más evidentes son la famosa Antología griega iniciada hacia el siglo I antes de Cristo, que consta de unas cuatro mil piezas donde predominan epitafios, versos amatorios y humorísticos, y la infancia del autor en pueblos similares, cuyo ambiente capturó magníficamente. La Antología es un testimonio conmovedor del drama personal de cada uno de sus personajes (cuyos destinos se cruzan una y otra vez), al tiempo que un apasionante enjuiciamiento moral de la vida norteamericana en pueblos abismados por la estrechez de horizontes, la hipocresía y el puritanismo. En palabras del poeta argentino Alberto Girri, que lo tradujo, sus temas son «el choque entre el materialismo y el idealismo, entre el desvalimiento y el fracaso de los mejores y la mezquindad de los que llegaron a concretar sus ambiciones», pero también las ilusiones perdidas de quienes alguna vez creyeron poder tenerlo todo y la impotencia de los que nunca pudieron tener nada. Esa es una de las razones por las que este libro es uno de los imprescindibles.

Nota: Las Ediciones Librerías Fausto publicó en 1979 una magnífica versión de la Antología de Spoon River a cargo de Alberto Girri, ya descatalogada. En 1993, la editorial española Crítica la publicó en una versión de Jesús López Pacheco que aún es posible encontrar en librerías.

ACERCA DEL AUTOR


Patricio Pron

Autor de la novela “Mañana tendremos otros nombres”, ganadora del Premio Alfaguara 2019. En 2010 la revista Granta lo seleccionó como uno de los 22 mejores escritores jóvenes de Latinoamérica. Ha sido traducido a más de diez idiomas.