Adiós, Johnson. Adiós

Una reseña de Vida de Samuel Johnson, doctor en leyes, del autor inglés James Boswell.

POR David Ríos

Marzo 04 2023
.

 

En medio del laberinto de espejos que llamamos “los otros”, tuve la fortuna de verme reflejado en el cristal del doctor Johnson. Ya mucho antes había tenido noticias de su vida, y su figura solía aparecer esporádicamente ante mí como una especie de dios pagano que muchos de mis autores favoritos invocaban con reverencia . Intuyendo su importancia, pero sin haberlo leído nunca, solía mencionar su nombre en conversaciones, como quien se aferra a un talismán esperando espantar los malos espíritus que le acechan. Alguna vez, en una librería que  ya no existe, tuve en mis manos un tomo con sus obras completas, pero creyéndome indigno de él no tuve el valor de leer ni una sola de  página. Tuvieron que pasar muchos años, un bloqueo lector y un sinfín de desilusiones antes de que la vida pusiera frente a mí los cuatro tomos de la Vida de Samuel Johnson, doctor en leyes, libro en el que su amigo James Boswell escribió minuciosamente su biografía.

Leí esta obra esperando encontrar citas ingeniosas y oscuras referencias literarias que me permitieran hacer alarde de mis conocimientos ante mis amigos, y así acariciar con el bálsamo de la vanidad la frágil soberbia de mi ego herido. Por fortuna, me encontré con algo mucho más grande y valioso: dos mil páginas en las que, con rigor, Boswell se despidió de su maestro, en una magnífica oda a la amistad, al siglo dieciocho y a los caballeros ingleses que pasaban horas entregados a la contemplación del mundo, a la literatura y al diálogo.

Durante casi seis meses compartí mi vida con el doctor Johnson y sus amigos, fui parte de sus conversaciones, visité sus casas, disfruté de sus pensamientos y lloré sus muertes. Con cuánta alegría descubrí que el doctor Johnson llevaba con despecho el hecho de que la mujer de Boswell lo malquisiera. “No hay hombre, por grande que sea, que no quiera ser amado por todos, pensé. Y sentí alivio, porque entendí que la inseguridad no es monopolio de nosotros los humanos, y que también la ejercen en lo más alto del Olimpo los dioses de la literatura.

 

Johnson era tremebundo, soberbio y a menudo despiadado si se trataba de argumentar sus ideas en medio de una discusión, pero también era generoso y sensible a la belleza, y cargaba sobre sí mismo el peso de lo que Boswell llamó “la enfermedad de la melancolía”. El doctor Johnson creía en la inmortalidad del alma, y gracias a sus obras, y quizás en mayor medida a su biografía, la logró. De alguna manera, al igual que Mateo, Marco, Lucas y Juan, Boswell escribió un evangelio. Sospecho que con la misma nostalgia con la que el discípulo amado escribió acerca del rabí.

Algunos de sus contemporáneos juzgaron a Boswell de indiscreto por consignar  en su obra conversaciones y cartas privadas de Johnson, como esta con la que se despide de su madre moribunda:

 

Querida y distinguida madre:

 

ni la condición en que se halla ni el carácter de usted me aconsejan que diga mucho. Ha sido usted la mejor de las madres, y creo que la mejor de las mujeres de este mundo. Le doy las gracias por su indulgencia conmigo, y le ruego me perdone por todo lo que yo haya hecho mal, y por todo lo que haya dejado de hacer bien. Dios le conceda su Espíritu Santo y le reciba en su eterna felicidad, por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. Reciba Jesús Nuestro Señor su espíritu. Amén.

Soy, querida madre, su hijo afectuoso y obediente, Sam. Johnson

 

Pero pensemos por un momento si, estando en el lugar de Boswell, hubiésemos omitido estas siete líneas que, pese a su naturaleza íntima, o quizás debido a esta, retratan de manera tan particular a Johnson. “Soy su hijo afectuoso y obediente”. De este modo, el doctor se despide de su madre en esta carta, y ese adiós triste y subordinado nos deja entrever el amor y la reverencia que sentía por ella. Los secretos y la prudencia, por lo menos en este caso, valen poco, porque es precisamente gracias a su indiscreción que Boswell capturó no solo toda la humanidad del buen doctor, sino que además, y a lo mejor sin saberlo, retrató también nuestra propia naturaleza. Después de todo, ¿quién no se ha enfrentado a la tragedia en algún momento de su vida, y quién no se ha sentido como un niño indefenso, incapaz de lidiar con el destino?

Boswell quiso y reverenció a Johnson, y dedicó gran parte de su vida a componer este cantar de gesta donde el heroísmo no brilla en el filo de una espada, ni el hierro de una conquista, sino en la devoción a la belleza y a la literatura. Único entre los héroes, el doctor ejercía a diario como poeta, ya fuese escribiendo o conversando, o simplemente existiendo como una “rara avis” que exhibía sus plumas con soberbia, sin perder la delicada naturaleza de su canto. Para nosotros, que apenas logramos perturbar el viento con nuestros cacareos intrascendentes, existe, gracias a Boswell, la oportunidad de volar muy por encima de lo que somos, pues de alguna manera, como decía Borges, “lo que hace un hombre es como si lo hicieran todos los hombres”, y por mi parte puedo decir que leyendo la Vida de Samuel Johnson, doctor en leyes he sido Johnson y he recordado una vejez y una soledad que nunca he vivido. He disfrutado de una gloria que ahora no conozco y he muerto mucho antes de haber nacido, solo para cerrar luego las páginas de un libro que nunca voy a olvidar, y finalmente despedirme  con tristeza de mí mismo, susurrando:

“Adiós, Johnson. Adiós”.

ACERCA DEL AUTOR


David Ríos

Escritor y compositor. Su obra transmedia Butrón, cuentos para niños con barba ha sido ganadora de múltiples premios nacionales e internacionales, entre ellos la convocatoria estatal Crea Digital en los años 2013, 2015 y 2020. Su álbum musical Songs for kids with beards fue reconocido por el Ministerio de Cultura como mejor producción musical de 2016. Recientemente, finalizó su libro de relatos Un dios Severo, que será publicado en 2023.