Afrodita neutra

El colmillo de la esfinge. 

 

 

POR José Covo

Noviembre 03 2022
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…porque, como digo en La esfinge de los días, al centro del humano está un nadie… El Nadie. ¿Qué es? Lo que queda cuando le retiramos al alma toda la estructura del sentido… que es el Mundo mismo. ¿Cómo se quita esa estructura? Es un quitar con el pensamiento, por supuesto… la simplificación de la ecuación a sus elementos más fundamentales. Es una operación sencilla, si se sabe hacer… y si se tiene el estómago para aceptar sus resultados. Es solo cuestión de darse cuenta... de que las verdades, lo verdadero, no está ahí y ya... El alma no está ahí y ya... cada verdad, cada unidad de sentido en lo que llamamos La Vida, es ya una respuesta a una pregunta previa... La unidad de sentido, la verdad que llamamos Alma, es la respuesta a la pregunta ¿qué somos? Y ya el alma viene con unas ideas asociadas... que la inmortalidad, que la voluntad, la profundidad de sentimiento... todas también ideas y también respuestas... Así, la actividad de vivir está enmarcada dentro de una estructura, que no son sino preguntas y respuestas... En la base están las preguntas más grandes... ¿Por qué existimos? ¿Qué es el mundo? ¿Qué pasa cuando nos morimos? Y así... Encima van montadas más preguntas... ¿Qué debemos hacer en la vida? ¿Con quién me debo casar? ¿Qué cosas son bellas y por qué? Y, encima, más y más preguntas, más y más específicas y aparentemente inconsecuentes... pero no son nada inconsecuentes, ¡lo contrario! Porque en preguntas como ¿Qué color de pantalones me pongo hoy? O ¿Dónde almorzamos esta tarde? Ya vienen detrás las preguntas más grandes, que las sostienen desde abajo... Entonces, todo el tiempo, con todas las acciones y todos los pensamientos, estamos respondiendo a la estructura completa... Eso es este tema de vivir.

            Y si retiramos esa estructura... ¿qué queda? Nada que podamos nombrar... ni siquiera podemos decir que existe, porque el existir ya es un concepto, con más conceptos asociados, con sentido... Entonces lo que hay más allá de nuestras percepciones, intelecciones y afectos, que están todos amarrados, es... algo... que ni es ni no es... ni tiene ni no tiene sentido... por eso digo, en ese mismo libro, que no podemos ni vivir ni no vivir la vida.

            Entonces, cuando le retiramos al alma esa estructura de ideas, de preguntas y respuestas... queda lo que llamo El Nadie... la sensación pura e intransferible de ser nosotros mismos... que no podemos nombrar ni explicar, porque ya los nombres y las explicaciones están en la estructura... Por eso solo el individuo puede saber que es Nadie... Solo uno mismo puede sentir lo que es ser uno mismo... Una sensación sin nombre... Solo soy Nadie para mí mismo... como usted, lector, solo es Nadie para usted.

            Pero de lo que quiero hablar en esta columna es del amor... del enamorarse... ¿De qué nos enamoramos? ¿De quién? El amor es conceptual... Vemos los atributos de la persona... Cómo es, cómo se comporta... Qué reacciones emocionales tiene... en qué trabaja, qué cosas piensa... Pero, como más allá de todo eso estamos nosotros... Más allá de esas ideas está el Nadie... En el amor estamos constantemente superando las ideas del otro y cayendo hacia eso... Caemos hacia el Nadie que la otra persona es... Pero... como solo el individuo puede ser Nadie para sí mismo... Ningún otro puede conocer a otro Nadie... Ningún Nadie puede conocer a otro Nadie... Caemos, infinitamente, hacia el Nadie del otro... sin llegar nunca... Porque no podemos conocer a otro Nadie, y porque somos, nosotros mismos, un Nadie que solo puede conocerse a sí mismo... Caemos, nos despeñamos desde la persona, con sus ideas y sentido, hacia ese núcleo incomprensible e inabordable que permanece de la persona más allá de todo lo que es... Ese caer no acaba nunca... nunca llegamos... Pero nunca paramos de intentar llegar... mientras sigamos amando.

            Es como calcular el π... la relación entre el radio de un círculo y su circunferencia... ¡Es infinito! Se puede calcular con más y más precisión, infinitamente... sin llegar nunca... Nos acercamos... nos podemos acercar cada vez más, por siempre, mientras exista un universo en el que se pueda practicar la actividad de acercarse... y... ¡Siempre hay más! ¡Más números! ¡Más conceptos! Y nunca la circunferencia, que es circular, llega a ser simbolizada por la rectitud de las mediciones lineales... Nunca la niebla de los conceptos llega a agotar la luz irreductible en el centro de la persona... Eso es para mí el amor.

            Y eso es la realidad misma... el vivir mismo... Las preguntas que tenemos debajo de nuestra experiencia... que intentamos responder... Con las respuestas que postulamos en todo lo que hacemos o pensamos intentamos llegar a ese núcleo de la vida... Intentamos resolver, de una vez por todas, qué cosa es vivir... pero las preguntas, como el Nadie, son inagotables... nunca llegamos a responderlas... ¿Por qué existimos? La verdad es que no se puede responder... lo que nos trajo a la luz del mundo es el movimiento ciego de la materia... que no sabe nada de conceptos ni números... Pero nosotros somos seres del sentido... El sentido es tan nuestro como nuestros cuerpos... e incluso más fundamental, porque podemos perder partes del cuerpo y seguir viviendo... pero, mientras vivamos, buscamos el sentido de ese vivir... Y así, mientras amemos, buscamos llegar a eso que amamos... que queremos amar completamente... ¡Nunca llegamos! Nunca terminamos de amar... Amamos infinitamente, mientras amemos... Dos Nadies intentando no tener nombres juntos... Porque, si llegasen a conocerse, a conocerse como dos Nadies, ya no se conocerían... sin nombre, no podemos decir que existimos... Eso es lo que nos espera al fondo del amor... No existir, juntos... Dejar atrás todo lo que nos hace quienes somos... Ir más allá de la vida... Amar sin la palabra amor... Vivir sin teoría del Mundo... Dos Nadies, siendo juntos luz sin nombre... Dos cúmulos de realidad siendo reales, sin sentido... Eso es... Aquí estamos, tú y yo... Más allá de nosotros mismos... Existiendo sin el concepto del existir... sin nombre, sin alma, sin sentido, pero juntos...

ACERCA DEL AUTOR


José Covo

Ha publicado las novelas Cómo abrí el mundo (Planeta, 2021), La oquedad de los Brocca (Caín Press, 2016) Osamentas relampagueantes (Caín Press, 2015). A través de su escritura aborda la fragilidad de los conceptos y las fantasías con los que se negocian, entre los miembros de la especie, el problema del estar-aquí. Fue pintor antes de escribir cualquier cosa, soñador lúcido antes de empirista, y cree que el agua le entra al coco desde un adentro más interior.