“Cuanto más escribo, menos miedo tengo”: una entrevista con Leïla Slimani

El Malpensante presenta una conversación con la autora de la novela Chanson douce, publicada por Ediciones Gallimard y traducida al español como Canción dulce. Esta obra fue ganadora del Premio Goncourt 2016 e inspiró la película Louise.

POR Anne-Claire Cieutat

Noviembre 30 2022
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El origen de Chanson douce es la noticia de un hecho ocurrido en Nueva York y que le sirvió de punto de partida. Su novela fue adaptada al teatro y luego al cine. ¿Será que su convicción en el poder de la ficción está profundamente arraigada al acto inicial de escribir?

Tengo mucha fe en la ficción e incluso creo que todo lo que vivimos es ficción: nuestros recuerdos, las historias que nos cuentan, el futuro que imaginamos. Creo que el presente se convierte rápidamente en ficción y, al final, hay muy poca realidad en nuestras vidas. El poder de la ficción es extraordinario y mi placer cuando escribo es la invención.

 

¿Le sorprendió que su historia haya llegado al cine? ¿Lo tenía contemplado?

No me sorprendió. Cuando la escribí, no tenía previsto nada parecido, pero cuando salió Chanson douce, me di cuenta de que lo que conmovía a la gente era su extrema claridad y su puesta en escena. Me pareció lógico que esta novela suscitara el deseo de una adaptación teatral y cinematográfica. Ese no fue mi objetivo inicial. Cuando escribo, hago una película. Soy una cineasta sin cámara. Veo a mis personajes moverse, visualizo el entorno en el que se desenvuelven, describo sus acciones. Igualmente, creo que algunos cineastas son novelistas con una cámara, como Pedro Almodóvar, por ejemplo.

 

En Chanson douce, le da más importancia a las acciones que a las descripciones de los estados interiores de los personajes. Estas acciones recurren a imágenes...

Es el tema lo que lo induce. Actualmente estoy escribiendo una trilogía sobre la vida de una familia a lo largo del tiempo, donde tengo más libertad para entrar en la intimidad de los personajes, describir sus estados interiores. Mientras que Chanson douce es una novela muy tensa y contenida, que no pretende ser sentimental. No buscaba develar el estado de ánimo de la niñera, el objetivo era mantener cierto misterio para que fuera aterradora y contundente. Era necesario mantener una cierta distancia para que el lector se pueda orientar.

 

El misterio encarnado por Louise está aún más presente en la pantalla pues Lucie Borleteau lleva su historia al terreno del cine de género...

Me gusta mucho esta idea. Me gusta que Lucie haya llevado esta historia a una atmósfera cercana a las películas de Polanski. Es lo que yo habría hecho si la hubiera adaptado. Da a la película una fuerte identidad. Creo que Lucie logra, de manera acertada, crear ansiedad, pasar de la crónica al thriller. Y Karin Viard me parece extraordinaria: muestra la locura creciente a través de su mirada y en su actitud, que a veces se asemeja a la de un niño.

 

La escena en la que Louise se sienta en la bacinilla no aparece en su novela, pero podría haber ocurrido.

Fue una idea de Jérémie Elkaïm, que me encantó. ¡Esa escena es muy incómoda!

 

¿Estas nuevas ideas del guion le han dado la sensación de redescubrir la historia de su novela?

Sí, la redescubro todo el tiempo, cuando alguien se apropia de ella, incluidos los lectores. El autor es probablemente el que menos conoce su historia, pues cuando uno escribe está ciego. La escritura es un mecanismo muy opaco, uno se deja llevar por un impulso, escribe y luego las cosas se van decantando con el paso de los meses y los años a través de lo que los otros sienten y me cuentan. Es por ello que también escribo literatura: es un espacio de expansión que permite desplegar la imaginación. Hay tantas Madame Bovary como lectores. Me parece fascinante. Por mucho que no tenga instinto posesivo con mi novela, me niego a ver adaptaciones de libros que me encantan. Por ejemplo, no puedo ver Madame Bovary de Chabrol, porque no quiero ponerle a Emma Bovary un rostro diferente al que me he imaginado.

 

¿Tenía pensadas algunas imágenes de actores cuando creó sus personajes?

No tenía en mente la cara de nadie cuando escribía. Visualizaba rasgos para mis personajes, pero se inspiraban más en personas que conozco, que me he cruzado en la calle o en fantasías y pesadillas. Sin embargo, en el momento en que ya pasamos a la adaptación de Chanson douce, se me vinieron a la mente algunas caras de actores.

 

¿Cómo le pareció el elenco de la película? 

Primero conocí a Karin Viard; ella inició este proyecto de adaptación. Inmediatamente le dije que sí, enseguida me la imaginé perfecta interpretando a Louise. Además, me parece que no se le ha visto mucho en papeles de excéntricos o asesinos, y como espectadora, eso me atrajo bastante.

Leïla Bekhti también fue una opción idónea para mí. Vi sus pruebas para la película y me pareció maravillosa. Muy rápidamente comprendió el personaje de Myriam. Leïla emana un candor hacia la vida que la hace perfecta para el personaje. El libro cuenta que las buenas intenciones no siempre son suficientes y la gentileza que encarna Leïla, de forma tan natural, encaja perfectamente con el papel de Myriam.

En cuanto a Antoine Reinartz, interpreta muy bien a los "bobos" (Bourgeois bohèmes, “burgueses bohemios”. Nota del traductor) y aporta humor y ligereza a esta historia.

 

Karin Viard le da sensualidad al personaje de Louise...

Me parece magnífica: por ejemplo, en la forma como filma el viaje a Grecia. Karin Viard le aporta una gran fragilidad al personaje, y algo físico a Louise. Poco a poco, su cuerpo va surgiendo. La escena en la que aparece desnuda en el sofá es perturbadora. Lucie logró mostrar al principio que la niñera es un ser sin cuerpo. ¿Por qué nos sentimos incómodos cuando la vemos desnuda? ¡Porque nunca nos imaginamos a la niñera como un ser sexuado! Esto nos recuerda el hecho que no hemos concebido que una niñera también tiene cuerpo, sensaciones y sexualidad. Lucie muestra esta idea con sutileza.

 

El personaje de Louise parece nutrirse de la ficción o la mitología: usted se refiere a Vishnu, por ejemplo; uno piensa en Mary Poppins y otras figuras de servicio. ¿Algunas imágenes del cine también le sirvieron de guía a la hora de escribir esta novela? 

Mary Poppins es una película que me sabía de memoria cuando era niña. La niñera es una figura clásica; la encontramos en las obras de la Antigüedad, así como en las de Shakespeare, en el Diario de una camarera, de Octave Mirbeau; en Las criadas, de Jean Genet; en Un corazón sencillo, de Gustave Flaubert o en La ceremonia de Chabrol. Todas estas obras me han cautivado, al igual que El sirviente, de Joseph Losey, que es una película importante para mí. Me apasiona Dirk Bogarde desde que era pequeña. Fue al ver esta película que encontré la atmósfera que quería para Chanson douce. Su música me acompañó. 

 

¿Cuál es su relación con el cine? 

Desde pequeña veo muchas películas. En Marruecos no había muchos cines en mi infancia, pero mi abuela y mi padre eran muy aficionados. Mi abuela tenía dos grandes armarios llenos de cintas en VHS, entre ellas muchos clásicos: desde Chaplin hasta La fièvre dans le sang o La fureur de vivre. A mi padre le encantaban los musicales y Hitchcock; estaba enamorado de Cyd Charisse, de Audrey Hepburn y de Kim Novak. Él, patriarca marroquí, encontraba admirables su gracia y elegancia, y las establecía como modelos de feminidad. Mi padre me transmitió su fascinación por el cine de Hollywood y los bellos personajes femeninos. Creció en la Medina de Fez (Marruecos), encima de un cine. En su baño había hecho un agujero que le permitía ver lo que se proyectaba. A través de un solo ojo, descubrió los westerns, Estados Unidos, un mundo. Para él, el cine representaba la libertad y la belleza. 

 

¿Conocía la obra de Lucie Borleteau?

Había visto Fidelio, l’odyssée d’Alice y su serie Cannabis. Me encantó Fidelio. Creo que Ariane Labed es magnífica. Desprende gracia, misterio y me recuerda a actrices del pasado como Audrey Hepburn o Romy Schneider. Me gustó mucho la forma en que Lucie la filmó. Esta película me pareció intrépida y el coraje en un creador es algo que aprecio.

 

¿Participó en la redacción del guion? 

Di mi opinión sobre las diferentes etapas, pero rápidamente me pareció que la adaptación iba en la dirección correcta.

 

¿Los actores recurrieron a usted?

No, pero cuando fui al rodaje y nos reunimos, hablamos de los personajes y la historia. Pensé que era mejor que no me buscaran con antelación porque yo no soy la guardiana del templo. No sé más de Louise que Karin Viard.

 

¿Su próxima novela podría estar influenciada por el cine? 

Lo que escribo es siempre muy visual, porque para mí es importante ver imágenes cuando leo un libro. El poder de las palabras es un poder de evocación. 

 

Como cuando describe la caparazón de pollo que dejó la niñera en la mesa.

¡Evidentemente esta era la escena que todos esperaban en el rodaje! Fui a la locación la víspera y escuché cómo los técnicos llamaban por teléfono a un asadero y pedían cuatro carcasas de pollo con salsa barbacoa para cubrirlas. Fue muy divertido ver cómo se materializaría esa carcasa en la pantalla.

 

¿Cómo se le ocurrió esta idea?

Mi madre me hizo esa pregunta cuando leyó el libro. Me vino a la mente por la historia de una amiga que estaba indignada porque su niñera había recogido una carne vencida de un día que ella ya había tirado a la basura. Me vino la imagen de la carcasa de pollo sobre la mesa. Me lo imaginaba casi kitsch, como en las películas antiguas, acompañada del sonido de una puerta que cruje.

 

Con Chanson douce, usted se inspiró en un miedo arcaico colectivo.

Mi madre siempre se angustiaba mucho. Su miedo me impedía hacer muchas cosas y siempre me enfadé con ella por eso. Cuando tuve mis propios hijos, me di cuenta de que me ocurría igual, porque me aterrorizaba que les pudiera pasar algo malo. Todos sentimos ese miedo, pero no hablamos de eso, tenemos que vivir con él. Es algo universal e inenarrable al mismo tiempo, que quería exorcizar: pensé que, al poner este miedo en escena, alejaría el mal. Siempre imaginé que la escritura tenía este poder: imaginar una pesadilla, escribir sobre ella y luego sentirme aliviada por la sensación de haberla alejado de mí. Creo que la literatura nos cura de nuestros miedos. Cuanto más escribo, menos miedo tengo. 

 

 

 

 

Cuidado de la traducción: Carlos Laverde Ordoñez.

 

ACERCA DEL AUTOR


Integra Radio France en Estrasburgo, donde trabaja como periodista cinematográfica durante 13 años.