Dan ganas de bañarse en lo untado

Reseña de Del porno y las babosas (Lectores Secretos, 2022), de Fátima Vélez.

POR Diana Echeverry y Estefanía Rodríguez

Marzo 14 2023
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El poemario Del porno y las babosas, de la colombiana Fátima Vélez Giraldo (Manizales, 1985), es una obra que desacomoda constantemente al lector. Su estilo provocador y la ruptura que logra respecto a los imaginarios sociales nos deja la duda de cómo reponerse luego de abordarlo. Del porno y las babosas es una potente descarga de versos que desacralizan el erotismo y el sexo para devolvernos a las sensaciones más primitivas del ser humano: propone experiencias líquidas, grotescas y provocadoras.

Del porno y las babosas tuvo su primera edición con la editorial independiente brasileña Deep Edições en el año 2016. Al haber sido publicada en Brasil, la circulación de esta obra fue limitada por varios años. En 2022, gracias a una beca de proyectos editoriales independientes del Programa Distrital de Estímulos del Instituto Distrital de las Artes, Idartes, la editorial Lectores Secretos lanzó una nueva edición. Cabe destacar que la propuesta integra lo textual y lo visual por la participación de la conocida ilustradora ecuatoriana Powerpaola. De hecho, en este poemario se articulan palabra e imagen, las ilustraciones están construidas a partir de los poemas, pero no se convierten en un motivo de decoración, sino que contribuyen a agudizar la experiencia de lectura: los cuerpos retorcidos van a la par de la tónica de la obra; las texturas animales y humanas se hacen más palpables de manera progresiva en los versos.

La atmósfera del poemario está en constante tensión gracias al lenguaje erótico explícito en el que se construyen escenarios que transforman al lector en televidente. La poeta se vale de referencias pornográficas directas, a la vez que con las palabras experimenta con lo auditivo, olfativo, visual y táctil. Por ejemplo, el poema “Materia prima” construye cuadro a cuadro una estética similar a la del porno no convencional:

en el centro del cuarto

la luz de neón

con la que no asocio a los japoneses

la pareja frente a una licuadora

en la licuadora cucarachas

trituradas

es admirable que las adhieran al placer

la luz que entra en el cuarto

la cara de japoneses en la pareja de japoneses

rostro de fruto convertido en jugo

trocitos negros

no un batido de arándanos, ni de mora

y lo sacan

y lo ponen en una taza y dudan

ella prueba el batido

hace cara de insípido, toma un poco más, se llena la boca

se acerca a la de él y se lo pasa, él se limpia y con sus manos la unta

mejillas, cuello, pixeles

ella toma un poco más y lo obliga a arrodillarse y así

hasta la última gota (13-14)

 

Al adentrarse en la obra se tiene la sensación de recorrer un camino en el que progresivamente se desentrañan placeres ocultos y grotescos. Esta suerte de escatología erótica, de sexo entre cucarachas, de fluidos humanos y animales, es tal vez un estímulo al extrañamiento del propio cuerpo. Vélez desacraliza de golpe el sexo entre humanos, nos dice: “No hay porno capaz de igualar / el apareamiento de las babosas” (21), ¿y con esto el más consagrado y púdico lector qué haría? Luego arremete con otra afirmación aún más provocadora: “Una afirmación sustentada / en no tener babas suficientes / para hacerle saber al otro / a los otros / las ganas que tenemos de que nos muerdan una oreja” (21). Aquí se evidencia cómo el cuerpo humano es insuficiente para alcanzar el clímax, contrario a lo que las babosas sí son capaces de hacer.

En esta propuesta del erotismo del desagrado se produce un descontrol del cuerpo a través de la sensación del asco. En el poema “El del cuarto del lado” aparece la tensión del deseo de una mujer por su vecino a quien, a través de la percepción auditiva, describe como un oso grizzli; el personaje entonces afirma: “Puedo oírlo tras la puerta cerrada / mordiéndose los talones para no salir / y decirme ven, acuéstate a mi lado / atrayéndome con ese peso suyo / con esa fuerza suya” (40). La atracción por este cuerpo, que progresivamente se transforma en un animal, se expresa con desespero: “Arrancado con los dientes / del ombligo / y el adn del primer esperma en un ombligo / el primer pene erecto / homo erectus” (40). Este vuelco es recurrente en la obra poética de Vélez, que constantemente retorna a los instintos más primitivos. Lo anterior abre paso a otro elemento fundamental en este poemario, la zoofilia como reafirmación de la posible realización del placer. El deseo que es palpable a través de otros cuerpos babosos, cuadrúpedos y bestiales, se mezcla en esta ausencia de pudor.

La referencia a la diva Bodil Joensen, actriz del porno con animales, libera las dos grandes tensiones entre lo sagrado y lo sucio. En el poema sobre esta actriz, Joensen es violada y, al contarle a su madre, esta la culpa y latiga “al gusto del contacto del cuero con la carne” (17). De esta manera, ella construye “la gloria del turismo sexual con animales” (19). Otro caso de sexualidad bizarra surge con los genitales censurados del porno japonés, que muestran la pugna entre lo visible y lo oculto. El sujeto poético cambia lo pornográfico, directo y plano, a la complejidad del erotismo, y desde el primer verso nos interroga sobre qué tenemos en común con una cucaracha, "algo de otro en periplanético" (11), a lo que responde: "hacer el amor" (9). Pero ese acto se traslada a "un reino tan físico / tan sustancia en lo invisible / tan partícula en lo diminuto / dan ganas de bañarse / no de limpieza sino de lo untado" (10). Se descubre aquello que avergüenza en lo erótico y se hace explícito como puesta en escena del poemario, se traslada la normalidad del sexo al erotismo animalizado.

En este orden de ideas, el sujeto poético de la obra no solo alude a la zoofilia, también manifiesta una tensión frente a lo censurado en lo erótico. El intento por purificar, “si alguna vez ha existido algo como lo puro” (16), demoniza aquello que se sale de lo convencional. Todo el poemario conduce a ver el deseo que “se le concede al cuerpo” en “la libertad de no buscar solo lo semejante” (16), por ello la recurrencia a otros entes. La asociación del placer se enfatiza en lo líquido, en los flujos, en las sustancias, en los jugos y en el almizcle. Los fluidos tienen la función de diluir aún más los límites entre cuerpos humanos y animales: la desacralización del deseo intensifica lo sucio. Además, las texturas crujientes de los insectos y el pelaje de los mamíferos hacen visibles otros estados sensoriales. Vélez excede los límites de lo corpóreo en el poema “Rocas”. A partir de dos elementos minerales, reduce al absurdo la capacidad sensorial del ser humano:

eran dos rocas copulando

como solo dos rocas envueltas en cascada

habrase visto

un atentado semejante

a la comunidad de los sentidos

un cri cri de rocas merece acercamiento

y a medida que acercarse cedía a la mirada (58).

 

Y, en línea con lo anterior, aparece el reino fungi en el que el poemario pone fin a la idea sobre “lo excepcional” en el placer. No hay un porqué definible en esas latencias de animalidad que transitan en el deseo, que “dan la ilusión apenas / de lo espontáneo” (62). El sujeto poético recalca constantemente que somos seres dimensionales y texturizados, susceptibles a la presencia de los hongos. La idea de placer entre iguales se desarticula, con lo cual es posible pensar en otros microcuerpos que nos habitan. El deseo se hace posible desde otras sensaciones evocadas por animales, hongos o minerales.

En conclusión, Del porno y las babosas es un viaje a experiencias sensoriales diversas de un erotismo poco convencional. La recurrencia a diferentes texturas hace que el poemario invite constantemente a explorar otras formas del deseo en los placeres ocultos. De esta manera, se supera la tradición del erotismo humano y binario, y a través de una poética de lo grotesco se libera lo sagrado.

 

Recomendado para liberarse de los límites humanos.

 

Esta reseña fue escrita por el equipo del Observatorio de Poesía en Movimiento (OPM) del Instituto Caro y Cuervo. Más información acerca del OPM en https://opc.caroycuervo.gov.co/

 

ACERCA DEL AUTOR


Diana es magíster en literatura y cultura del Instituto Caro y Cuervo. Es laboyana y construye un bosque en su sala. Además, realiza investigación y crítica sobre poesía colombiana. En sus tiempos libres trabaja en la defensa de los derechos sociales.

Estefanía es magíster en literatura y cultura del Instituto Caro y Cuervo. Licenciada en español y literatura de la Universidad del Quindío. Investiga sobre literaturas orales, oraliteraturas, oralituras y obras periféricas. Montañera por convicción y sembradora de palabras.