Daños invisibles

Conflicto armado y salud mental en Colombia

A propósito del foro nacional “Salud Mental y Bienestar Social: Herramientas para la Paz en Colombia” del pasado 31 de agosto. 

POR El Malpensante

Septiembre 08 2022
Foro salud mental y conflicto armado

Foro nacional “Salud Mental y Bienestar Social: Herramientas para la Paz en Colombia”. ©️ José Vargas (El Espectador)

Ansiedad constante, tristeza profunda, miedo a que los hechos del pasado se repitan, procesos de duelo no solucionados, sempiternas noches de insomnio. Estos y otros padecimientos son los que muchas de las víctimas del conflicto armado colombiano han sufrido durante sus vidas. Problemas que muchas veces, al no ser siempre evidentes a primera vista, no son considerados como especialmente graves. Daños invisibles, les llaman. Pero no por eso menores. Al contrario: aunque sean invisibles, duelen como si el mundo entero se te cayera encima.

Para realzar la importancia de poner la salud mental y su relación con el conflicto en primer plano, tuvo lugar el pasado miércoles 31 de agosto el foro nacional “Salud Mental y Bienestar Social: Herramientas para la Paz en Colombia” en el auditorio del Gimnasio Moderno, al norte de Bogotá. El evento fue organizado por el programa Hilando Vidas y Esperanza de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en alianza con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y Colombia +20, iniciativa del diario El Espectador. Además de foros como este, las organizaciones mencionadas realizan desde hace tiempo acciones para mejorar la salud mental y el bienestar psicosocial de las víctimas y sobrevivientes al conflicto armado en diferentes regiones del país, principalmente en los departamentos de Antioquia, Bolívar, Cauca y Valle del Cauca –algunos de los más afectados históricamente por la violencia–.

Estas iniciativas son muy valiosas, sobre todo teniendo en cuenta lo delicado de la situación: según estadísticas de El Espectador, menos del 50 % de las personas que presentan un problema o trastorno mental busca ayuda profesional hoy en Colombia. Y menos de 7 de cada 100 personas que sí solicitan esa atención tiene acceso efectivo a ella en el sistema general de salud. De ahí que sea fundamental hablar cada vez más de salud mental y romper el estigma que aún flota sobre su nombre como una nube negra. En esto coincidieron todos los panelistas del evento: Nubia Bautista (subdirectora del Departamento de Enfermedades no transmisibles del Ministerio de Salud), Gerardo Montenegro (Comité de Cafeteros del Cauca), Claudia Tovar Guerra (Colegio Colombiano de Psicología), Abir Aldhalimi (consejera senior para la salud mental de USAID) y Pedro Rodríguez, un experimentado gaitero de San Jacinto y víctima del conflicto.

 Los panelistas convinieron en la urgencia de ampliar el significado del concepto de salud mental. En este sentido, la alfabetización en salud mental aparece como un objetivo primario. También hicieron hincapié a lo largo de la charla, moderada por Gloria Castrillón, en la necesidad de realizar acciones desde los más diversos frentes para fomentar el bienestar mental de las víctimas. Entre estos frentes de acción se destacaron principalmente tres: ampliar el acceso a los servicios médicos de salud mental, impulsar la autonomía económica de las víctimas por medio de un apoyo financiero a sus diferentes proyectos productivos y potenciar sus capacidades comunicativas.

Otra de las principales reflexiones de los panelistas giró alrededor de la importancia de llegar a un perdón con memoria pero sin resentimiento. Un perdón que evite que las comunidades se queden ancladas en el pasado y que les permita mirar hacia adelante. Además, al fin y al cabo, la salud mental debería considerarse incluso un asunto de seguridad nacional, pues para construir sociedades pacíficas y respetuosas es necesario que los ciudadanos estén mentalmente saludables.

 

Gaiteras San Jacinto

Agrupación femenina de gaitas Flor de Cerezo. ©️ José Vargas (El Espectador)

 

Finalmente, vale la pena mencionar que uno de los momentos más emotivos del evento fue la presentación en vivo de la agrupación femenina de gaitas Flor de cerezo, que interpretó cuatro sentidas piezas. Y es que uno de los aspectos más valiosos del trabajo realizado por el programa Hilando Vidas y Esperanza ha sido el de tejer lazos con proyectos culturales y artísticos como medio de construcción de paz. Por eso, entre otras cosas, sus integrantes han ideado junto con los gaiteros de San Jacinto un proyecto para que los niños se acerquen a la música y se alejen del conflicto en Las Mercedes (Bolívar).

Espacios como el de este foro no deberían dejar de realizarse. Es en ellos que se cristaliza la genuina esperanza de paz. Esa deseada paz que no es solamente producto de las decisiones de un puñado de hombres poderosos, sino que se construye todos los días y desde todos los frentes.

 

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