El dios simio

El colmillo de la esfinge.

POR José Covo

Diciembre 16 2022
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…porque, por ejemplo, en el ajedrez ya hay unos movimientos posibles y otros imposibles… Ya en las capacidades innatas de cada pieza hay un orden, una manera de jugar… que producen posiciones, problemas para resolver y, al final, la posibilidad de ganar o perder el partido. Así, el animal humano también tiene unas capacidades natas… y en esas capacidades, antes de todo el enredo de la cultura y la Historia, ya está codificada una lógica… unos movimientos posibles y otros imposibles… pero, a diferencia del ajedrez, en el juego humano incluso los movimientos imposibles tienen efectos reales… son posibles en su imposibilidad. Así, imposibles, hacen posibles otras cosas… Estamos hablando ya de los mitos, la religión, las películas… estamos hablando de todas las historias que nos permiten imaginarnos de alguna manera, y no vacíos, desnudos como las piezas del ajedrez… ¡La imaginación! Ese país infinito donde todo lo que puede existir existe… ¡El sueño! La lógica ilógica del alma humana… Este simio que aprendió a soñar… A existir allá, en ese territorio donde nada existe… Y, no existiendo allá, logra existir aquí, en este juego de ajedrez de las cosas concretas… ¡Lindo! Y paradójico… Así es esto de vivir.

    Las condiciones natas son todo con lo que ya viene el animal humano... Tenemos que comer, es decir, ya inmediatamente tenemos que guardar y distribuir recursos... Tenemos que resguardarnos de las condiciones exteriores... el frío, el calor, la lluvia... Podemos matar y morir, podemos destruir las posesiones de los demás... Esas cosas se combinan y surgen otras posibilidades, de mayor complejidad... Que si yo te doy estos recursos entonces tú no me matas, aunque podrías, porque tienes más gente en tu tribu y mejor armamento... Que si acordamos no matarnos y no destruir nuestras casas entonces negociamos con nuestros recursos... Que los matrimonios estratégicos para formar alianzas, y un largo, largo etc... Pero, vista así, desnuda como las piezas del ajedrez, toda esa estructura de posibilidades es complejísima... Más compleja de lo que puede calcular este kilo y medio de masa cerebral... Aunque eso sería si lo fuéramos a calcular, como en el ajedrez... ¡Pero no! ¡No calculamos tanto! ¿Por qué? Porque tenemos valores, creencias, que nos dicen qué debemos hacer y por qué... Que los mandamientos, que el honor, que lo que es ser buen hombre o buena mujer, y así... ¡Historias! ¡Imposibles! Que hay un señor en el cielo que te vigila... Que la madre tierra... Que los superhéroes de las películas que nos demuestran lo que sería ser un hombre de verdad... Son heurísticas... algoritmos... ¡Software! Que simplifican lo que de otra forma sería un cálculo infinito... Porque son demasiados factores, y no somos capaces de predecir lo que el mundo hará, más allá de nuestros jaques y defensas...

    Por este lado de la esfera planetaria tenemos a ese señor... ¡Dios! ¡Infinito! ¡Eterno! Omnipotente, omnipresente... ¡No hay más allá de ese personaje! No hay más para dónde pensar... Así que tranquilos, humanos, no hay que calcular tanto... Seas peón o alfil, tienes tu lugar en el mundo... Tus acciones posibles e imposibles... Tranquilo, que sí sabemos qué cosa es la vida... Por qué hacer las cosas... Y si tienes dudas, si te entra la preguntadera... ¡Tranquilo también! Eso se llama crisis de fe... Ya pasará... Sigue haciendo lo que tienes que hacer y se te olvidarán esas pregunticas angustiosas... Ya, ya se te pasará.

    Este simio que somos soñó a la mejor versión posible de todos los simios... ¡Un simio que ya no es simio! ¡Que es la idea máxima de lo simiesco! Que ya no se masturba ni arroja sus excrementos en señal de dominación... Que no hace nada sin sentido... ¡Interesante! Todas sus acciones están justificadas... ¡Porque él sabe lo que hace! ¡Es el único que sabe! Un simio que dejó atrás su instinto... Su hambre, su violencia animal... que es violencia porque sí, porque puede... El simio hace las cosas porque puede... Si puede dominar, si puede matar sin consecuencias, lo hace... ¡Le gusta! ¡Le gusta matar! ¡Violar! ¡Es delicioso! ¡Porque sí! Si puede... Pero el simio de todos los simios no hace las cosas así... Las hace porque es lo que debe ser... Él ordena al mundo... Lo hace justo... ¡Qué bien! ¡Qué suerte que tengamos a ese primate montado por allá en las nubes! Si no... ¿Qué haríamos? ¿Cómo sabríamos que estamos obrando bien? Qué suerte... Solo tenemos que obedecer al mejor entre nosotros, y ya... La vida es perfecta.

    Pero, al mismo tiempo... ¿qué otra opción hay? ¿Vamos todos a ser como yo? ¿Que no cree en ningún valor ni en ninguna realidad? ¿Como usted, que me lee, y que supongo que está de acuerdo con algunas de mis ideas? ¿Todos así? ¿Preguntando? ¿Sin saber? Yo es que soy eso... Soy ese tipo de simio... Un simio que acepta que es un animal... Estas letras que usted lee son mi excremento que le arrojo... Con ellas domino lo poco que me fue dado... Ya, no hay más. Una gran arrojadera de excremento... eso es la humanidad.

    Entonces dejemos que crean... los que tengan necesidad de creer en su primate sagrado... ¡Es que no es fácil! ¡Ser libre! ¡Es mucha responsabilidad! ¡Da miedo! Inventarse uno mismo lo que tiene que hacer con su vida... Eso no es para todo el mundo... ¡Mucha angustia! Saber que no sabemos... ¡Duro! Pero, claro, no es una decisión... Uno tiene un tipo u otro de cerebro... Es un tipo u otro de simio, y ya... ¡Y es bueno que estén ahí los peones! Si fuéramos todos reyes esto no iría para ningún lado... Si cada individuo tuviera su propia idea de lo que son las cosas... ¡No se puede! Dejémoslos... Así están bien... Igual la vida no es para nada en particular, así que eso también es vida... ¡Qué chiste! El animal que no sabe que es animal... Que no puede saber... Porque ya la idea del animal es una ficción... Ya estamos, nos guste o no, siempre en la ficción... Así que escoja usted, querido lector, cuál le gusta más... La ficción del sentido garantizado o la ficción de que no hay sentido... Ninguna de las dos es la cosa misma... Solo ficciones. Pero, bueno, eso es lo que hay.






 

ACERCA DEL AUTOR


José Covo

Ha publicado las novelas Cómo abrí el mundo (Planeta, 2021), La oquedad de los Brocca (Caín Press, 2016) Osamentas relampagueantes (Caín Press, 2015). A través de su escritura aborda la fragilidad de los conceptos y las fantasías con los que se negocian, entre los miembros de la especie, el problema del estar-aquí. Fue pintor antes de escribir cualquier cosa, soñador lúcido antes de empirista, y cree que el agua le entra al coco desde un adentro más interior.