La ética y la estética

Lo que me pongo me representa, me construye o me destruye, proyecta a veces lo que soy y otras veces lo que quiero ser. No hay escapatoria entre mi experiencia vital cotidiana y la moda, esa expresión estética que se refleja en aquello que nos habita temporalmente y que cubre nuestros cuerpos, llenos de historias y desafíos. La moda es una interfase entre nuestro “yo” y aquellos con quienes nos relacionamos; es un medio de comunicación que refleja nuestro amor propio y define nuestro posicionamiento en el mundo. 

La estética es ética. La moda es mayormente subjetiva, pero no está exenta de un ethos responsable frente a temas que se deben abordar con urgencia, tales como la desigualdad. Desde una perspectiva social, la elitización de la moda es una de las desigualdades más perversas que los ciudadanos enfrentan a diario, pues determina el acceso, la posibilidad y el tipo de narrativas que marcan el privilegio heredado de ciertos sectores de la sociedad. 

Por eso, la moda no puede ser un lujo solo disponible para quienes cuentan con recursos suficientes para pagar las prendas “exclusivas” de esta industria. Teóricos como Pierre Bourdieu han discutido este tema criticando el clasismo. Actualmente, en un mundo donde las identidades ejercen el poder a partir de la imagen, moldeando desde la política “antiestablishment” hasta el consumo; donde la pandemia (que todos pretendemos que ya pasó) cambió múltiples contratos sociales, la moda es una respuesta a la salud mental, a la educación y a las tecnologías que moldean nuestra existencia, al ejercicio de la equidad efectiva. 

Pienso en los libros de memorias que he publicado, El poder de lo invisible y Soñar lo imposible. En ellos la moda ha estado presente en la descripción de cada personaje, en su historia y su lucha. Ese proceso de descubrimiento, de reinvención, de adaptación, de comunicación a través de la imagen de cada personaje, es esencial para narrar la transformación de la vida y su trayectoria de liderazgo. Se trata de toda una revolución estética y poética en el arte de vestirse, sentirse, encontrarse, sin tener que disfrazarse para tratar de encajar.

La moda podría ser una válvula para reducir tantas desigualdades que transforman la forma en que nos vemos: una escena en la que estamos cada vez más fragmentados.