“Leer es un acto creador”: José Luís Peixoto

Una entrevista con el escritor portugués.

POR El Malpensante

Enero 29 2022
“Leer es un acto creador”

José Luís Peixoto. © Patrícia Santos

29 de enero de 2022

En el marco del Hay Festival que por estos días se lleva a cabo en Cartagena, El Malpensante tuvo la oportunidad de conversar con el escritor portugués José Luís Peixoto (Galveias, 1974), uno de los más reconocidos de su generación. Peixoto nos habló de su visión de la libertad, de las utopías, de la figura omnipresente de Saramago en la literatura portuguesa y de la lectura como acto creador.

 

El Malpensante: Empecemos con un tema que es muy amplio, pero que en su obra es importante. ¿Qué piensa de la libertad y de su relación con la escritura y la literatura?

José Luís Peixoto: Lo primero que puedo decir es que la libertad es un desafío. No es solo algo que esté ahí y que disfrutemos de una manera inmediata, simple y directa. La libertad exige esfuerzo. La libertad es una tarea. Es algo que tenemos que buscar activamente. Yo tengo una particularidad histórica, si puede decirse de esa forma, y es que nací en 1974. Ese año en Portugal ocurrió la Revolución de los claveles. Yo nací en septiembre y la Revolución y el fin de la dictadura fueron en abril. Por eso, crecí y pasé mi niñez y mi adolescencia escuchando siempre a las generaciones anteriores hablar de lo que había sido la conquista de la libertad, y de cómo esta era algo de lo cual habían estado privadas. Pero yo no tenía esa experiencia, porque nací ya con la democracia. Sin embargo, a lo largo del tiempo, con mi experiencia de escritura y de vida, me di cuenta de que realmente la libertad no es tan sencilla como usualmente se imagina. La libertad tiene muchas maneras de mirarse. Siempre me ha parecido un poco rara esa idea muy difundida que dice: “Mi libertad termina donde empieza la del otro”. Esa frase tan repetida ve la libertad como si fuera una propiedad privada, cuando de hecho es muchas veces algo que se sobrepone. O sea, mi libertad es tu libertad. No existe mi libertad, luego una frontera, y después el inicio de la libertad de los otros. Compartimos el tiempo, compartimos la libertad en sí misma. Y, claro, por supuesto que, hablando de literatura, la libertad es fundamental. Porque que hay que garantizar esa libertad esencial que no permite censura política ni otras limitaciones de ese tipo. También es cierto que tenemos que liberarnos de nuestra propia censura, porque muchas veces y creo que eso lo estamos viviendo hoy– se da una autocensura. Una autocensura que es subliminal, que actúa por debajo, que no se reconoce, pero que es muy profundamente limitadora.

Y esa libertad, ¿cómo la vive a la hora de escribir? Porque usted ha explorado diferentes géneros: es poeta, es novelista…

Yo creo que la literatura y el arte tienen a la libertad implícitamente como un valor que está en su centro. Lo que me parece fundamental es que uno busque maneras de liberarse del cliché, del estereotipo, del lugar común. Porque ese lugar común es una generalización que te aprisiona, que construye una definición que no te deja ir más allá. Y por eso pienso que, como escritor, mi manera de vivir la libertad pasa mucho por buscar la sorpresa, por buscar una manera de llegar a lo que no se espera, y de tener la osadía de pensar por fuera de lo esperado, de llegar a lugares que no son los más evidentes. Eso es la libertad. Pero también hay que decir que, muchas veces, esa osadía, esa libertad, exige un cierto coraje. Porque cuando haces lo que no se espera, también te enfrentas después a convicciones y reacciones de todo orden, que muchas veces tienen un impacto que no siempre es positivo, o que no es positivo inmediatamente. Aunque es bueno precisar que no siempre las cosas negativas en un primer momento son malas; muchas veces, lo que viene de ahí es importante y al final es una evolución, es algo positivo.

Entonces, en su escritura hay un compromiso.

Claro, siempre. El principal compromiso de mi escritura es con el ser humano. Y, por supuesto, decir el ser humano es decir muchísimas cosas. Pienso que la literatura es una actividad humana, hecha por humanos, que se dirige a humanos y que se maneja con una materia que es humana en todas sus dimensiones: el lenguaje, esa habilidad que viene perfeccionándose desde hace milenios para que nos logremos comunicar entre nosotros. Es este el compromiso más importante para llevar al humano a su mejor posibilidad. Creo que de algún modo es positivo mantener esa idea –y esta es una palabra que durante mucho tiempo no se ha pronunciado–, pero mantener la utopía me parece muy importante, incluso que la utopía misma sea un ideal y, como ideal, un horizonte. Es algo que miramos en lo profundo, pero que no logramos alcanzar, porque mientras avanzamos en su dirección, ella siempre se aleja. Pero es importante tener una dirección. Es importante tener ese ideal que miramos. Y no pedir disculpas por su carácter idealista.

Eso nos gusta, no pedir disculpas por las utopías, porque en el mundo contemporáneo, posmoderno, el nihilismo se impone, ¿no?

Sí, el nihilismo y el cinismo.

En este 2022 se celebra el Año Saramago. Una vez, en una vieja entrevista, dijo que “Saramago es solo un gran escritor y no un superhéroe”. Pero es un Premio Nobel. En su opinión, ¿ha sido Saramago el último verdadero gran genio que ha dado la literatura universal?

Yo quiero creer que no. Quiero creer que la literatura universal tiene muchos nombres enormes por venir y que hoy mismo hay obras que se están construyendo, que tendrán un impacto importante y que cambiarán la manera como miramos la literatura y como nos miramos a nosotros mismos. Sin duda que Saramago ha sido uno de esos grandes autores que impactó a muchísima gente y que impactó la literatura en general. Y, personalmente, impactó mucho mi vida. Es una referencia importante no solo desde el punto de vista literario, sino también desde el pensamiento. Mientras escribí la novela Autobiografía lo leí mucho. Había leído mucho de Saramago, pero mientras la escribía me ocupé leyendo otros de sus textos y, en realidad, ahora mismo me doy cuenta de cosas increíbles que Saramago dijo y que yo no conocía. Es como una fuente interminable de ideas, una visión muy clara del mundo y del ser humano. Y eso es la literatura: ese saber mirar y ese intento de nombrar. Por eso Saramago es una referencia: con respecto a la literatura portuguesa, su legado se quedará por mucho, mucho tiempo. Y, con respecto a la literatura universal, creo que todavía hay gente que lo está descubriendo, y ese es el sello de un autor relevante: que no termina nunca, nace cada día. Sus palabras siguen siendo relevantes. Esa es una de las características de la literatura. La literatura intenta hablar de las cosas que no cambian, porque, al final, lo que no cambia en el humano es la naturaleza humana. Y la literatura intenta acertar en ese punto que todos compartimos, independientemente del lugar en donde estemos, de la cultura que tengamos o del tiempo de la historia y de la contemporaneidad que estemos viviendo.

 

José Luís Peixoto

© Patrícia Santos

 

No quiero dejar de preguntarle sobre algo que es muy importante para nosotros en El Malpensante: los lectores. Hablamos de los libros, hablamos de la escritura, hablamos de los autores, pero a veces se nos olvida que los lectores no son pasivos, nos miran…

Por supuesto. Mi novela Autobiografía, que espero que les llegue pronto, es una novela que habla de Saramago, y al hablar de Saramago, habla de esos temas también: de la escritura, de la lectura. Una cosa que yo siempre defiendo es que la lectura es prácticamente un sinónimo de la escritura. Leer es casi la misma actividad, con pocas diferencias, que escribir. Porque, realmente, leer es un acto creador. Cuando se lee, se está añadiendo algo concreto a las palabras, y esas palabras que están ahí escritas son más que todo una sugerencia, un símbolo, esperando que lo interpreten, que lo hagan vivir. Es como si las palabras escritas fueran un objeto que recibiera energía y se animara al recibirla. Esa energía viene de la lectura, es la lectura que les da vida. Y por eso escribir y leer no tienen tanta diferencia. Yo mismo me considero, ante todo, un lector. Tardé un poco en considerarme un escritor, pero lector es algo que me considero desde hace mucho tiempo.

Para terminar, una pregunta obvia: ¿cuáles son hoy sus lecturas favoritas?

Recientemente he leído un autor que, por ignorancia mía, no había leído nunca. Es un autor contemporáneo francés que me encantó. Se llama Mathias Enard. Actualmente, algunos autores franceses me están tocando mucho. Mathias Enard es uno de ellos. También Laurent Binet, que tiene algunas novelas que, de cierta manera, hacen algo semejante a lo que propongo en Autobiografía, porque son libros cuyos personajes son ficcionales, pero que son ecos o sombras de personas reales. Y otro autor también muy fuerte y muy leído hoy en día que me conmueve es Emmanuel Carrère. Curiosamente, me acordé de esos tres nombres, todos franceses, pero, claro, también estoy leyendo de otros orígenes… Aquí mismo, en Colombia, una autora que me impacta mucho es Laura Restrepo. Y, bueno, africanos también. Los que tengo leídos son autores del África lusófona. Hay una llamada Paulina Chiziane. La he leído hace unos meses y ha recibido incluso un premio muy importante en Portugal [Premio Camões en el 2021]. Es una autora de Mozambique que habla de temas muy interesantes.  

 

Entrevista realizada por Diana Castro Benetti y Simón Uprimny Añez.

 

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