Medusa líquida

El colmillo de la esfinge.

POR José Covo

Septiembre 22 2022
Medusa líquida

En el centro de todo hay una ignorancia impenetrable... dura y concreta como una piedra... como la idea misma de todas las piedras, la dureza misma, la impenetrabilidad... La constitución absoluta y fundamental de todas nuestras esperanzas, deseos, miedos e ideas. Entender esto no es cuestión de pensarlo, como acabamos de hacerlo en estas líneas, lector... Entender la ignorancia es parar de esperar saber... Porque, ¿qué podemos saber, en realidad? ¿Qué cosa es la vida? ¿Qué cosa son las cosas? Solo tenemos hipótesis... algunas muy buenas, muy estables... ¡útiles! Que nos sirven para seguir viviendo... para seguir usando las cosas y que sus usos signifiquen algo... Lo que pasa es que armamos estas hipótesis, sin darnos cuenta, en una secuencia... Vemos, al final de esa secuencia, al Saber... ¡El conocimiento! ¡El cielo! ¡El nirvana! Donde todo se soluciona... Nunca llegamos, por supuesto, a ese lugar... Yo no lo creo... Pero desde esa posibilidad pura, un futuro infinito que nunca llega, ese conocimiento perfecto nos organiza la imperfección aquí y ahora del diario vivir... Así estamos tranquilos, porque, aunque no sepamos en realidad qué hacemos dando vueltas por acá en el mundo, tenemos la confianza... ¡la fe!... de que, en algún lugar, en algún momento metido por allá lejos detrás de todo, hay un orden... ¡No tenemos que conocerlo! Solo saber que allá está... Es ridículo, ¿verdad?, puesto así... Pero esa es la vida, tan ridícula o tan seria como nos pueda parecer.

            Yo es que llevo diez años en psicoanálisis... diez años de preguntarme por qué soy como soy, por qué el mundo es así... Y, poco a poco, uno se va dando cuenta, pedacito a pedacito, de que no hay una razón profunda para que las cosas sean como son... No hay ese futuro que manda sus rayos de sentido hacia el pasado, organizándolo... Ni tampoco hay nada por debajo del mundo que lo pare como a un castillo del sentido... El sentido lo tenemos nosotros, en nuestras psicologías... en nuestras fantasías aquí y ahora... Y... ¿qué hay por fuera de la fantasía? ¿Esas imágenes e historias con las que filtramos la realidad que, filtrada, se convierte en vida? ¿Qué puede haber? ¿Por fuera de nosotros? ¿Alguien más? ¿Alguien muy poderoso que nos manda a fantasear? ¿Un orden secreto, imposible de conocer, pero perfecto sin embargo? ¿O esas también son fantasías? ¿El más allá de la fantasía? ¿Dónde? ¿Cómo? Si la fantasía es el software del cerebro que sirve para simplificar la información del universo y acomodarla a nuestros intereses...

            ¡Diez años! Es mucho tiempo... Recuerdo quién era cuando comencé... Y pienso en el que soy ahora... Somos dos personas muy diferentes, él y yo... Y sin embargo, el mismo... La piedra de la ignorancia ya estaba ahí... Ya está siempre, en todos lados... porque no es, en realidad, una piedra... no es nada... Lo que llamo piedra es una imagen, una fantasía que le da cuerpo a la imposibilidad de conocer el universo... Porque, ¿cómo lo conoceríamos? ¿Con qué herramientas? Si las herramientas solo miden lo que sus parámetros proponen... que si centímetros, que si grados centígrados... ¡Que si héroes! ¡Dioses! ¡Hombres! ¡Mujeres! ¡Humanos! Todas son mediciones otorgadas por la herramienta de la fantasía... La fantasía del hombre, lo que es o debe ser un hombre, bien o mal... Lo que es la vida, lo que es la taza de café de la mañana... ¡Las cosas no son ellas mismas! Nosotros las interpretamos con la imaginación... Que si el hombre es un depredador, un donjuán... que si la taza de café es la que se tomaba mi abuela, que si el café es bueno para el alma, o malo para el corazón... ¡Mediciones! ¡Herramientas! Las cosas no nos dicen lo que son directamente... Las ponemos a hablar... La porcelana de la taza nos recuerda a la piel de las mujeres hermosas, según esa idea tan machacada... Que la agresión en el hombre es una especie de virtud, y así... ¡Virtud! Puede ser... O puede ser otra cosa... Virtud y vicio, ¿qué son? La virtud es adaptativa y el vicio crea problemas... La virtud ayuda a vivir mejor y a promover la estabilidad del sentido... que las cosas sigan siendo ellas mismas, tanto como pueden... o nos parece... Y el vicio, famosamente, destruye todo... ¡No lo voy a saber! En sí mismos virtud y vicio no son nada... Pero nos sirve pensar así... De pronto la vida no es para que las cosas sean, sino que sirvan para seguir viviendo... Y pensar que son, que somos, es parte de ese servir... Así, imaginando que las cosas existen, que están ahí con una especie de fijeza universal, vivimos con mayor eficiencia, porque ya ese problema está resuelto... Sí, todo existe y cada cosa significa algo, no nos preocupemos por eso... ¡Vivamos! Sí, es una buena solución... No importa que sea falsa.

            ¿Y cuál sería una solución verdadera? Pero, ¿qué hay de verdadero en la fantasía? Funciona o no, como digo... eso es todo. Visto así, eso de la verdad es una manera de satisfacer la necesidad de saber... Sabiendo, vivimos. Y vivos, ya sabemos. ¡Menos mal! Qué tal que no tuviéramos software de lo verdadero... No viviríamos, sino que haríamos otra cosa... Y la vida es buena, ¿no? Yo sí creo... Por lo menos en general... O a veces... Igual, buena o mala, falsa o verdadera, es vida... Es todo lo que hay... Todo lo que tenemos... Aunque no sepamos, en realidad, qué cosa es vivir... ¡Pero bueno! Aquí estamos... ¿No es verdad? Sí, estamos aquí metidos en este tema... Y ni hablar de salirse... Ya habrá tiempo para estar por fuera... Muy pronto, en realidad... Más rápido de lo que pensamos... de lo que quiere cualquiera... ¡Salirse! Bonito... ¿Para dónde? Allá también nos espera lo que imaginamos... Ni para sorprendernos al llegar, porque la fiesta está vacía... ¡A la piedra de lo imposible! ¡Espérenme! Ya voy... Pero, por lo pronto, por acá también está bueno.

ACERCA DEL AUTOR


José Covo

Ha publicado las novelas Cómo abrí el mundo (Planeta, 2021), La oquedad de los Brocca (Caín Press, 2016) Osamentas relampagueantes (Caín Press, 2015). A través de su escritura aborda la fragilidad de los conceptos y las fantasías con los que se negocian, entre los miembros de la especie, el problema del estar-aquí. Fue pintor antes de escribir cualquier cosa, soñador lúcido antes de empirista, y cree que el agua le entra al coco desde un adentro más interior.