Nicolás Rodríguez Sanabria

Todo indica que esta pandemia ha pronunciado aún más las brechas generacionales entre jóvenes y adultos –o entre zoomers y boomers–, y los productos culturales son los que mejor dan cuenta de este abismo. ¿Qué queda del mundo cultural análogo y cuán inevitable es el que está hecho de pixeles?

Limitar nuestra curiosidad a las historias de personajes con los que nos identificamos es dar vueltas y vueltas en torno a nosotros mismos. Si usted es un lector acostumbrado a las suaves pantuflas que lo esperan al pie de la cama, anímese a ponerse unas zapatillas de cristal o unas botas de siete leguas para recorrer caminos que no ha transitado y huir de la trampa de ser siempre la misma persona.       

Este texto tiene una profunda intuición sobre aquello que se desvanece hasta ser fantasmagórico: el cuerpo de un familiar fallecido, la amistad interrumpida, las miradas que se buscan en una videoconferencia, los espantos de Scooby-Doo, un chiste sin remate y el amor en una relación a distancia.

El sample como una especie de rezo. Aquí se disecciona To Pimp a Butterfly, el “clásico instantáneo” de Kendrick Lamar, que invocó a los muertos para componer un coro con sus voces.

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